domingo, julio 18, 2004

Otoños.

Cada persona es un otoño.
Las hojas que el sol ha dorado
y ofrecido el viento, son pensamientos
renovados, viajes del tiempo estacionados
sobre aparcamientos.

Cada otoño es un apeadero donde se
embarca la melancolía y los amores
arropados.
Un nuevo blanquear de camas, que preguntan
al espejo de la mañana y responden
al atardecer del horizonte.

Cada otoño es mas anochecer y menos
alba, mas escarcha y menos rocío.
Mas puerta que ventana observadora
del mar sin olas.

Cada otoño es una llamada, un descanso
del estío. Una balada de oleajes
con dentaduras blancas.
Una ruta subrayada en los mapas
de nuestra conciencia.

Una caravana que serpentea los caminos,
compañera de los arroyos donde nuestros labios
refrescan la palabra.

Cada otoño es una música de arpas.
Un rojo lagar, tonelado de conversaciones guardadas
para otra estación.

Cada otoño es, inspiración que mira
a los anocheceres. Un fantasma
que pasea con abrigo incoloro.
El aguijón de un escorpión.
Un feto sumergido.

Cada otoño es, odio y amor compartido.

Marcos Jiménez León
( Campos de Lluvias )

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